Reflejos Primitivos y Posturales

A medida que el cerebro del bebé se desarrolla durante el primer año de vida, las conexiones hacia centros superiores en el cerebro se fortalecen y gradualmente van sustituyendo a las funciones de los reflejos primitivos. A medida que esto ocurre, los patrones tempranos de supervivencia se inhiben o controlan para permitir que se den en su lugar patrones de respuesta más madura (los reflejos posturales).


Los reflejos posturales son la base para el control del equilibrio, la postura y el movimiento en un entorno basado en la gravedad. El desarrollo de los reflejos posturales se refleja en la creciente habilidad del bebé para controlar su cuerpo, su postura y sus movimientos.


Algunos niños fracasan en la conquista de este control durante el primer año de vida y continúan creciendo en una “tierra sin dueño”, donde se pueden observar vestigios de reflejos primitivos y donde los reflejos posturales no se han desarrollado completamente. Estos niños siguen experimentando dificultades con el control del movimiento que afecta a la coordinación, el equilibrio, las habilidades de motricidad fina, el desarrollo motor y a aspectos asociados con el aprendizaje como la lectura, la escritura y la educación física.

 

Los reflejos primitivos retenidos también pueden afectar a las percepciones sensoriales del niño, causando hipersensibilidad en unas áreas  y falta de sensibilidad en otras.